En unas famosas palabras de Réquiem para una monja (1951), William Faulkner dijo que el pasado nunca muere, y que ni siquiera es pasado. Esta idea del pasado como partícipe del presente es una clave esencial para comprender el arte de Juan Roberto Diago (La Habana, 1971). También es un concepto organizador de Diago: The Pasts of this Afro-Cuban Present / Los pasados de este presente afrocubano, una retrospectiva de su obra exhibida en la Cooper Gallery of African & African American Art en Cambridge, Massachusetts entre el 2 de febrero y el 5 de mayo, 2017. Esta muestra, como dos anteriores que incluyeron la obra de Diago, Queloides: Race and Racism in Cuban Contemporary Art/ Raza y racismo en el arte cubano contemporáneo y Drapetomanía: Grupo Antillano and The Art of Afro-Cuba / Grupo Antillano y el arte de Afro-Cuba, encontró un público entusiasta en los entornos de Boston gracias a los esfuerzos de Alejandro de la Fuente, profesor de historia y director-fundador del Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas en la Universidad de Harvard, ente universitario con el cual la galería Cooper está asociada a través del Hutchins Center for African & African American Research.
(…) El viernes 3 de febrero Diago y de la Fuente se citaron con el público en la Cooper Gallery para un conversatorio, evento presidido por Vera Ingrid Grant, directora de la galería. Quien escribe estas líneas también estaba presente para esa reflexión entre historiador-curador y artista-historiador en el que el tema de la experiencia afrocubana, tanto pasada como actual, tanto colectiva como personal, asumió el protagonismo. Antes de ceder la palabra, Grant explicó algo de la génesis de esta primera retrospectiva de Diago, que cuenta con 26 obras en diversos soportes realizadas entre 1993 y 2016. La idea nació, según ella, durante Drapetomanía (…) Ya en aquel momento Grant y de la Fuente estaban elaborando los planes para mostrar en el mismo espacio una retrospectiva de Diago, a pesar de la relativa juventud del artista. Notó Grant en su presentación del conversatorio que la obra de Diago representa para ella “un tipo de plenitud, una cierta calidad escultural, una experiencia maravillosa de una obra que podemos entender como esculturas de bajorrelieve”.
Con esto Grant hizo una referencia implícita al eje temático-estético de los queloides en la obra de Diago, término que se refiere a cicatrices pronunciadas en la piel como resultado de heridas, condición que históricamente se ha asociado en particular con la piel negra. En la pieza Sin título (2011) escogida para el catálogo y otros materiales de publicidad de la muestra, una línea de cuerda atada junta dos partes de un retrato, bifurcando la cara justo al nivel de la boca. Ese uso del queloide estructural que se ve reiterado en la muestra asocia la oralidad y la expresión misma con la herida, el silencio forzado y la fragmentación. No Puedo Hablar (2000), otra obra de la muestra, podría considerar una imagen hermana de esta primera figura emblemática. En ella las mismas palabras del título ocupan el lugar de la boca, y Diago ha usado la técnica del queloide para el contorno de la cara y cuerpo de la figura, sugiriendo de otra manera una herida en la identidad que, aunque haya sanado, deja una huella palpable y determinante. (…)