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Cuba y Japón

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Si algo interesante tiene Cuba en sus tradiciones e idiosincrasia, es que ha establecido relaciones con tantísimos países a lo largo del tiempo. Como isla caribeña, geográficamente en medio de embarcaciones, cargamentos, correspondencias, vuelos, siempre hemos tenido la dicha de recibir y compartir con personas de muchísimos lares, y emprender relaciones de intercambio en beneficio de todos.

El país está celebrando este año el Aniversario 120 de la llegada del primer grupo de migrantes japoneses, en 1898. A raíz de ello, una serie de actividades se han concebido para tal conmemoración. Una de ellas fue la inauguración el 9 de marzo de una exposición en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, titulada Going Away Closer, abierta al público hasta el próximo 28 de abril. Después de esta fecha, será traslada hacia Tokio para su presentación en la capital de la isla nipona.

Going Away Closer es una exposición macro en todos los sentidos: desde la concepción curatorial, el equipo de curadores, la selección de artistas cubanos y japoneses, hasta la variedad de manifestaciones, formatos, soportes y discursos particulares.

La muestra responde al criterio de un grupo de cuatro especialistas en el tema: Hiroyuki Hattori y Yumiko Okada, de Japón; y Blanca Victoria López y Abel González Fernández, por la parte cubana. Bajo la visión de presentar una muestra reflejo de los frutos de colaboración entre ambas regiones, se pretendió encauzar un acercamiento a los referentes artísticos tanto de la conocida Isla del Sol naciente como de la más grande de las Antillas, a partir de la selección de siete artistas japonenses (Takahiro Iwasaki, Natsunosuke Mise, Tadasu Takmine, Futoshi Miyagi, Yuko Mohri, Kazutomo Tashiro y Atsuko Mochida), y cuatro creadores cubanos (Glenda León, Reynier Leyva Novo, Leandro Feal y José Manuel Mesías).

La curaduría es una labor científica que permite acercar al sujeto erudito o inexperto a un posible camino para la deconstrucción y comprensión de una obra determinada. La disposición de las piezas por el Centro Lam ha sido resuelta de manera interesante. El espectador puede transitar despreocupado por cada sala, como si recorriera el pasillo de entrada a su propia casa. El perspicaz despliegue espacial, el aire necesario entre las obras por sus dimensiones y formatos, y la iluminación requerida en cada una, tributan en buena lid al disfrute de una muestra amplia en piezas y en estéticas. La puesta en valor de las negociaciones creativas entre artistas cubanos y japoneses aquí representados se realza a partir del manejo concienzudo de la curaduría. En sí, es una muestra botón que glorifica el proceso de intercambio cultural entre dos geografías totalmente distanciadas, pero que en reciprocidad de intereses se ha logrado potenciar y visibilizar la creación artística por encima de todo.

Los no bienvenidos (2018), de Tadasu Takamine; En movimiento (2018), de Yuko Mohri; o Modelo tectónico (Alegorías) (2018), de Takahiro Iwasaki, constituyen obras que desencadenan el efecto sorpresa a la vez que una sensación de goce agradable se produce en el sujeto. Ello está dado gracias al planteamiento de soluciones constituyentes de elementos espaciales, escultóricos, instalativos, sonoros y visuales. La exposición sorprende al espectador invitándolo a adentrarse en una suerte de limbo colmado de azul y paredes blandas, como si de manera inconsciente la inestabilidad que se genera en el cuerpo, le guie a pisar fuerte y buscar un camino posible para salir.

En Movimiento produce sensaciones semejantes. El sonido de cubiertos al chocar entre sí, movidos por la tracción de un imán; el tintineo de otro artefacto activado por la electricidad; o un viento ligero que semeja el vaivén de una tela blanca, sitúan al espectador como en otra espacialidad. El desconcierto se apodera de la situación y la experiencia. Precisamente, la multiplicidad de variantes, recursos, herramientas e ideas evidencian una creatividad contemporánea de notable talento en los artistas japonenses. Ello ha resultado, sin dudas, un paso favorable para que creadores cubanos se nutran de un arte valioso, en pos de establecer futuros nexos con más artífices nipones, y continuar fomentando las relaciones artísticas entre ambos países.

Going Away Closer no solo muestra ambos tipos de creaciones, sino que le propone al espectador un discurso en el cual advertir las distancias y cercanías entre los artistas y las obras. La pieza del cubano Reynier Leyva Novo (S/T, militares y civiles, 2018) y la de Takahiro Iwasaki (Fuera del desorden, Uni-formes, 2018), resultan ejemplos argumentativos de lo anterior. Ambos se valen del uniforme a partir del cual articular su discurso y proyectarlo en el espacio. Novo concibe una alfombra conformada por recortes de telas de uniformes militares variados, dispuestos indistintamente sobre sacos de nylon, rememorando una tradicional costumbre de las casas cubanas. El artista desmitifica el carácter austero del traje militar y lo presenta ahora cual elemento cotidiano, utilizado para sacudirse los pies antes de entrar a una habitación. La alegoría de esta alfombra “uniformada” genera cierta ambivalencia si nos detenemos a analizarla en tanto objeto precario, consecuencia última del devenir de un contexto politizado o militarizado en el que convivimos desde que nacemos.

Muy similar en esa línea está la silueta de Cuba elaborada a partir de otros uniformes que incorpora Iwasaki a su obra del “desorden”. Refiero “otros” porque los que conforman esta pieza no son las telas militares tal cual las conocemos; sino ropas cotidianas de diferentes colores (abrigos, chaquetas, chándales, pantalones) que dibujan la geografía cubana. Entiéndase entonces los uniformes como todas aquellas incorporaciones que tenemos en nuestro decursar y que nos caracterizan en un trabajo u otro. La dimensión simbólica es abarcadora, y se extiende desde la propia concepción de orden y rigidez inherente del uniforme, hasta su utilización en material cotidiano.

Going Away Closer es una exposición enfocada desde las distancias geográficas, culturales, religiosas, tradicionales e idiomáticas. Es un proyecto pensado a consciencia, variopinto en concepto y en estética, y visibiliza una creación artística contemporánea que ha venido madurándose durante dos años de trabajo. Es esta una muestra valiosa en muchos sentidos; y más que referirse a la “distancia” como clave para comprenderla, considero que en sí resumen esta exposición otros conceptos sociales como relaciones, intereses comunes, diálogos, amplitud, democracia, creatividad y voluntad. Todo eso se entrecruza de una y mil maneras, cual círculo interminable, en los caminos del arte.


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