En octubre pasado, la Fundación de Arte cubano presentó al público de la Isla, el libro Portocarrero, del historiador Ramón Vázquez Díaz. Su autor, graduado de Historia del Arte de La Universidad de La Habana, trabajó por más de cuarenta años en el Museo Nacional de Bellas Artes y es el más amplio conocedor de la colección de artistas cubanos de las décadas de los 30 y 40 del pasado siglo que esta institución atesora.
En ella se formó y vio crecer las colecciones, ocupándose de sus inventarios en un proceso que le permitió descubrir la magia de los almacenes, mientras se hacía cargo de los detalles necesarios para la confección de sus fichas técnicas. De la misma época datan sus visitas a las casas de los coleccionistas del arte de aquellos decenios, que todavía quedaban en la ciudad. De esa manera, logró tener un conocimiento fuera de lo común sobre la obra en particular y de conjunto de cada uno de los miembros de aquella extraordinaria generación. De ahí que su presencia como autor de este libro, le proporcione al mismo un valor insuperable.
(…) La Fundación de Arte Cubano creada por Alejandro Rodríguez, ha venido realizando una inestimable labor, estimulando el trabajo y la publicación de investigaciones sobre el arte de ese período que contribuyen a la visibilidad y comprensión del mismo, mediante la divulgación de la obra de sus principales exponentes. Como resultado, ha devenido la principal editorial con que cuenta la historia del arte cubano para el rescate y análisis del escenario artístico cubano de la primera mitad del siglo XX.
Con anterioridad, se habían hecho en la Isla algunos intentos editoriales que se quedaban en modestas contribuciones, alejadas del saber real acumulado por muchos colegas, cuyas investigaciones eran famosas por permanecer durante años en las gavetas de sus mesas de trabajo y, en la actualidad, en las carpetas de las computadoras. (…)
Este volumen es el tercero de una serie que comenzó en el 2012 para celebrar el centenario de René Portocarrero, dedicado el primero a analizar los óleos y dibujos realizados por el pintor en aquellos prolíficos años 1962 y 1963, seguido por el destinado a compilar los textos críticos publicados sobre el creador a lo largo de su larga y fructífera trayectoria.
Este tomo sin embargo es, más allá de su vistosa apariencia, un ejemplo de saber artístico y cultural. Una entrega de lujo, no solo por su hermoso diseño y cuidado editorial que resultan sin duda notables (…)
Vale considerar como un verdadero regalo, la inclusión de sus dibujos primeros, que no obstante sus deudas, tenían la fuerza de la imaginación y el impecable oficio del artista por venir. Hay que agradecer la presencia de esos papeles que nos permiten pasar por encima de esa manía de ver en Portocarrero al pintor de las Floras, de los Diablitos, de las Catedrales y de las Ciudades. (…)
Estamos pues con este libro, en presencia de una indiscutible contribución a la historia del arte cubano, una entrega que nos enriquece y nos hace sentir orgullosos de nuestro arte y de nuestra cultura.