Octavio Irving es considerado un artista a medio camino en la línea evolutiva que constituye el arte contemporáneo, si bien no es un neófito recién graduado del ISA tampoco se halla en la nómina de las «vacas sagradas», status que le permite mostrar otras facetas de su quehacer creativo sin temor a ser cuestionado. Así lo verifica su actual muestra de dibujo, Pulsiones, ubicada en la Galería Servando Cabrera desde el pasado 15 de junio hasta el próximo 29 de julio del presente año.
La expo se compone de siete lienzos de gran formato y se mantiene sobre la cuerda de Dime con quién andas… (2015, la primera exhibición personal de dibujo del artista), la cual fuese parte de la colateral Zona Franca durante la XII Bienal de La Habana. Aun cuando Irving posee una formación académica en el campo gráfico, la incursión en el dibujo le posibilita la libertad de trazos y el empleo de una poética más gestual, en la que «presuntos descuidos» con pincel en mano solo denotan una espontaneidad ilimitada dentro de su imaginario. Sin embargo, se aprecian rasgos de su producción gráfica que perviven pese al salto de manifestación artística. Es así que el creador sigue trabajando con elementos modulares y disfruta el estructurar sobre lienzos horizontales sus composiciones de manera vertical, a partir de dos o tres elementos. Dicha serialidad, propia del grabado, le permite jugar con una misma figura a partir de la representación de varias perspectivas (entiéndase ángulos visuales), cual Picasso habanero que intercambia a Les demoiselles d’Avignon por grotescas aves y autorretratos de perfil que se entrecruzan de manera azarosa.
La gama de colores se mueve entre las tonalidades ocres propias de sus obras gráficas, a la manera de las embarcaciones que lo hicieran ganar el Gran Premio La Joven Estampa en el año 2007. Asimismo, emplea tonos rojos y variadas gradaciones de grises, contrastes que crean dinamismo e impiden que en el complejo espacio museográfico la recepción de la expo se vuelva monótona.
El título de la muestra explora las sensaciones experimentadas durante el proceso creativo, en el que ciertos impulsos guían el pincel, sin que elementos de índole consciente estén mediando. Es una dinámica en la que no existe premeditación durante la concepción de la obra y un montón de imágenes comienzan a atormentar al artista hasta que este logra plasmarlas sobre el lienzo. Sin embargo, en el transcurso de la creación, emanan ideas que complementan el incentivo genésico hasta dar luz a una nueva obra, más completa gracias a su espontaneidad.
Irving recrea atmósferas misteriosas y grotescas que provocan sobrecogimiento durante la experiencia estética, ya que reflejan una fuerza contenida similar a la presente en los grabados de Käthe Kollwitz. Las figuraciones zoomorfas son combinadas en sus obras con cabezas que en ocasiones aparecen tan desnudas que casi simulan calaveras. Son composiciones simples de figura sobre fondo neutro, donde contextos indefinidos permiten multiplicidad de lecturas por parte del receptor. Pulsiones constituye una prueba más de que la pureza en el arte no existe, cada vez los artistas son más completos y se atreven a incursionar en nuevas manifestaciones. Irving es un grabador de «pura cepa» que trasciende su condición académica para conquistar un nuevo terreno; sin embargo, en ese empeño, la gráfica pervive en sus composiciones. Con esta muestra nos regala something new, but there are things that never change.