Quantcast
Channel: ART OnCuba
Viewing all articles
Browse latest Browse all 598

Entre máscaras, éxtasis y algún que otro fetiche

$
0
0

                                                                             “Puesto que el hombre en su totalidad es sólo el fenómeno de su voluntad, nada  puede resultar más absurdo que, partiendo de la reflexión, querer ser algo distinto de lo que se es”.

Schopenhauer

La pintura de Moisés Finalé ya creó un mito. No tiene maneras de escapar. Sobre todo por el entrecruzamiento de dos componentes fundamentales: la suerte de “etiqueta” que le atribuye el imaginario colectivo a su obra, con todo el peso historicista que requiere, y por el poder de sincretizar, en un mismo sitio, lo que de arcaico y moderno define a toda cultura.

La muestra Levitación (Galería Orígenes, Gran Teatro de la Habana) apunta hacia una coherencia plástica inscrita en el legado antropológico del arte cubano. Esta le permite a Finalé acentuar el gesto continuador en el que recrea, deconstruye y reforma su estela de significaciones. Con todo, el artista se despliega en una vertiente bien definida, ajena a la actitud de las últimas hornadas de creadores, tan interesadas en el paradigma estético del arte y de lo nuevo como valor.

Pero no debemos pensar su obra confinada a un carácter estático o definitivo. Porque es esta una levedad asociada al transcurrir del tiempo, a las dinámicas del mundo contemporáneo y al espacio común que asegura una inmersión profunda y de escape a la vez. Así, desde un primer momento, la curaduría expone un punto de encuentro, un proceso reflexivo que culminará en expectación, en hallazgo, o en un nuevo enigma. Y esta es precisamente la cuerda por la cual el artista escapa de la iteración. Es este uno de los pocos casos de la pintura cubana donde la figuración, desentendida de la semejanza o la confrontación verista, se concibe desde un modo esencialmente abstracto. Y es que los cuadros se van acomodando a un metabolismo interno que trenza lo sublime con lo mundano, lo onírico con lo real y lo sagrado con lo pecaminoso.

Eso sí, el lenguaje con el que opera el artista está lleno de alusiones poéticas, soluciones alternativas que buscan explicar su mundo. Entre máscaras que visten y desvisten el rostro, esculturas africanas, bestiario tropical, criaturas antropomorfas, mujeres-ninfas-centauros y tótems de todo tipo, Finalé se lanza en busca de esa extraña fuerza lírica que emana de los estados límites entre el cuerpo y el alma. Por eso las figuras, absueltas en presuntuosas líneas, pierden individualidad y se proyectan en sus semejantes. Porque el artista exorciza sus fantasmas. Excava y escarba en la oscuridad para mostrarnos un poco de luz.

Aun así, las intenciones de Finalé están muy lejos de vehicular la agonía y la expiación. Sus búsquedas exploran el éxtasis de la silueta desnuda, refulgente, que cohabita con todo tipo de hibridación en el ámbito de la complacencia, del entendimiento. De tal modo, el cuerpo femenino alcanza el protagonismo y de él emerge el mito, la sobredimensión. El cuerpo es la zona milenaria, en la que no existe vergüenza de ocultar lo mostrado, no hay pudor ni burlas. Es un sitio de libertad. Y Finalé se limita a plantearlo, a vivirlo, a gozarlo desde su escritura pictórica.

En la cualidad matérica de estos cuadros no hay actitud improvisada. Una pieza como Turista cubano o Problemas de identidad parece estudiar la filosofía de la textura y de ella su impacto ysugestión. A menudo estas obras constituyen homenajes, guiños, conexiones, que el artista establece con paradigmas del legado cultural. Un cuadro como La salida me recuerda a Antonia Eiriz, por las tonalidades oscuras y esa sensación de angustia que parece transmitir, como si fuera un comentario humanista, más allá de toda lectura literal.

La sobriedad expresiva es el valor que garantiza la pertinencia estética del artista en Levitación. El color tributa al dibujo, lo refuerza, pero no lo emula. Solo que apoya la distorsión de la línea, el trazado incisivo y algún que otro brochazo informalista de estas piezas básicamente de gran formato.

Las imágenes presentan un vínculo metonímico que se consuma en el discurso. Una relación próxima, de complicidad. Lo cual afirma que no se produce, del todo, un desvío hacia otras esencias universales. La obra de Finalé, incluso desde sus inicios, aparece tensada por una vocación milenarista, siempre desde la isla, o hacia ella, de manera que el valor final de Levitación resida en los códigos duales que pueda llegar a descifrar el espectador a partir de una huella vivencial que se transmuta en cosmogonía propia.

 


Viewing all articles
Browse latest Browse all 598