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Apostillas al yo o la inevitable representación del Caos

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Referirse a componentes “identitarios” en el Caribe presupone transitar por arenas movedizas. Los análisis de los procesos culturales en el espacio entrañan la dicotomía y la transversalidad, motivadas tal vez, por los conflictos -internos y externos- de definición. En la postura crítica y las pulsiones sensitivas radica, a mi modo de ver, el tino o no, de las luces exploratorias en torno a nuestra identidad.

El monte es una expresión genuina de la identidad cultural caribeña. La relación directa del término con los significantes visuales de lo exuberante, complejo y misterioso, apoya el vínculo simbólico de este con la noción cultural del Caos[1]. Lo que crece, se despliega, envuelve y esconde del contexto boscoso, resulta metáfora vital del Caos caribeño como expresión de la reproductibilidad y la heterogeneidad de la cultura. En Monte[2] de Antonio Núñez Hernández, esta idea emerge con un cariz afirmativo. El propio montaje museográfico del espacio[3] da la sensación de copiosidad que transmiten las obras.

Disímiles personajes, aparentemente inconexos, habitan en los lienzos connotando espacios arquitectónicos que de por sí, anclan su existencia a este ámbito geográfico-cultural que es el Caribe. La Habana. Ciudad abierta, es un ejemplo de la concreción escenográfica de la estética carnavalesca, de la confluencia intercultural y es, en palabras del autor, su intento de reconstrucción de su propia identidad.

Monte es, además, un ensayo poético, cada pieza pareciera un verso que solo adquiere coherencia y lucidez en su articulación con el resto. Los empastes de colores y la técnica del collage, cuales rimas asonantes, dan fe de esa apariencia dinámica y ciertamente tropical que se le ha adjudicado, quizás con un hálito estereotipado, al entorno caribeño y por supuesto al cubano.

Las obras exhibidas si bien aluden a un contexto específico, el cubano, se tornan universales, o mejor dicho, regionales, en la medida en que constituyen una mirada a elementos culturales que son consustanciales a la cuenca del Caribe. El monte es una expresión genuina de la identidad cultural caribeña, al menos, así lo evidencia esta muestra.

[1] Cfr. Antonio Benítez Rojo. La isla que se repite. Consultado en formato digital.

[2] A propósito de la muestra expositiva inaugurada en la Fundación Antonio Núñez Jiménez. De la naturaleza y el hombre, el pasado 20 de abril.

[3] Las piezas disponen como soporte de las robustas estanterías repletas de libros, de la Fundación.


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