En una entrevista para la radio, en agosto de 2017, confesé que una de las experiencias más hermosas y profundas que poseo, fue crecer viendo pintar a mi padre. Reinaldo López (1934-2014) nació el 28 de octubre en las alturas de Simpson, una barriada muy popular de la Atenas de Cuba, donde coexistían diversas manifestaciones culturales como la rumba, el danzón, las ceremonias abakuá y otros cultos sincréticos, además de las tradicionales procesiones de la Virgen de Mont Serrat. De todo este polícromo, sonoro, mágico-religioso y performático universo, se nutrió su obra. A su padre, Bienvenido López, debió su indeclinable pasión por el dibujo.
Entre los sucesos de su niñez que con orgullo solía relatar, por haber contribuido a su pasión por la pintura, está el descubrimiento de un personaje como el pintor Fidelio Ponce de León, quién durante algún tiempo habitó una casona de la calle Santa Teresa, contigua a su residencia familiar. Estudió pintura y dibujo en la Escuela Provincial de Artes Plásticas “Alberto Tarascó” … con el maestro Roberto Diago Querol, a quién le unió una sólida amistad. Diago y su esposa Josefina Urfé pasaron a ser parte indispensable de su vida. Fueron ellos quienes lo formaron en la apreciación de las bellas artes. (…)
De la promoción de 1953… su primera exposición fue ese año en la Galería de Matanzas junto a Juan Blanco López, José R. Fundora y Agustín Drake… Después le sucederá otra en el Salón de La Rampa en 1954, resaltada en las páginas del periódico El Mundo. Durante los cincuenta realizó varias exposiciones y trabajó en ambientaciones para establecimientos comerciales sobresaliendo el mural creado para la Óptica Matanzas, hoy perdido. Una profunda experimentación caracterizó esta etapa que lo condujo a la rápida ruptura con el canon académico, haciendo énfasis en el dibujo de líneas muy sueltas e intensas, donde se aprecia la profunda influencia que sobre él ejerció hasta entonces su maestro Roberto Diago.
Se establece en La Habana en la década del sesenta. Realiza múltiples exposiciones personales y (…) en 1967 participa en el mural “Cuba colectiva” que tuvo lugar durante el Salón de Mayo. Durante los sesenta consolida su lenguaje abstracto en piezas donde la tinta y el color se complementan.
(…) Como especialista del colectivo que dirigiera el arquitecto Mario Girona trabajó en el diseño arquitectónico de interiores, exteriores y paisajismo con obras como la Pradera Africana del Zoológico Nacional y el diseño paisajístico del Parque Lenin y de Cayo Coco, entre otros proyectos. Su extensa obra muralística engalana edificios públicos, entre los que sobresalen el mural Canto a las Antillas, elaborado en cerámica blanca y azul, ubicado en el Hotel Tritón, el mural Los Galápagos, un conjunto de caballos galopantes, realizados con la técnica de carbón mineral sobre muro, para el restaurante del mismo nombre, en el Parque Lenin en La Habana.
En la actualidad, la familia atesora gran parte de su obra compuesta de pinturas y grabados representativos de su extensa trayectoria artística.