Para profundizar en el escenario pictórico que recrea Fredy Villamil es menester indagar en el entramado de imágenes que pueblan sus composiciones abigarradas y profusas de color. Sólo aquellos avezados que traspasen la frontera de la primera mirada, podrán disfrutar del maravilloso escenario que el artífice construye en cada soporte que cae en sus manos.
El destacado autor asume una tendencia estética que se caracteriza por crear una representación dinámica, de estilo vigoroso y sensual, amparado en el virtuosismo de su oficio, el talento y su creciente afán representacional marcado por una visualidad signada por su personal y vigoroso universo creativo, resultado del ejercicio creciente de su capacidad como creador de imágenes.
Cada narración visual es abordada con un estilo lúdico y poético, apoyado en un lenguaje que intenta revitalizar los sentidos mediante una trama de amplio colorido y profunda connotación conceptual, en la cual se auxilia del uso de una meticulosidad extrema, la cual le permite insertar un nuevo elemento en cada soporte que trabaja con creciente fervor creativo.
El discurso estético de este reconocido artista cubano contemporáneo se caracteriza por crear un amplio y diverso repertorio afincado en sus raíces identitarias. La complejidad estructural de sus composiciones se define por la simultaneidad de los asuntos narrados, provenientes de su rico acervo cultural y resuelto con un seductor lenguaje personal.
La singularidad del entorno visual logrado en sus representaciones conforma un personal y vigoroso universo creativo gracias a su fecunda experimentación y a la meticulosidad extrema que utiliza en la realización de sus representaciones pictóricas, inspiradas en su natal San Antonio de los Baños.
Su imaginario se caracteriza por la utilización de símbolos, los cuales dotan de agudeza la propuesta conceptual de su profusa creación artística. Este entramado de componentes significativos lo sitúa en el escenario creativo como un autor que concibe una obra singular, cuyo cromatismo y acción expresiva contribuye a la conformación de un fastuoso escenario barroco, como resultado de una estrategia constructiva donde la trama se conforma a partir de disímiles asociaciones simbólicas, que se interconectan en el vigoroso entramado visual.
En una de sus obras actuales, entre los elementos más sobresalientes, representa los balaustres de los puentes -símbolo alusivo de su ciudad natal- junto a elementos que forman parte de los esencias de sus múltiples vivencias. Esta reflexión alegórica representa los asideros de una estructura conceptual basada en la representación de otros disímiles elementos, que enriquecen el escenario de su mágico entramado visual.
Dentro del compendio de las imágenes fulgurantes que conforman el lienzo aparece una figura, que se ha ido “feminizando” –según ha comentado el propio autor– a quien ha denominado “cubanera”. A su lado, aparece Zeus, que constituye un ente catalizador en su relato pictórico, cuya presencia enriquece el entramado cultural de una abigarrada escena, donde se aprecian varios individuos del entorno cotidiano, representados bajo la influencia que la mitología griega ejerce en el proceso creativo de este laborioso creador.
Su imaginario se nutre de diferentes elementos simbólicos, los cuales constituyen objetos comunes: en la representación aparecen una mesita con flores y una lámpara de gas, que simboliza la luz, “para iluminar el camino”. En ese sentido, se advierte también, cómo recrea la configuración de la paloma, dada su importancia en el Antiguo Testamento. Al propio tiempo, sitúa la presencia del Espíritu Santo -utilizados por Goya y el Greco en sus fantásticas realizaciones- y por último, sitúa a un gorrión en cautiverio, como símbolo de la pérdida de la libertad de los seres vivos, a la par que recrea la presencia de alegóricas figuras, que complejizan la construcción pictórica y enriquecen cada acercamiento del artista al soporte pictórico, que sólo cesa con la última pincelada, cuando ha saciado todo su poder expresivo en cada composición.
Si por el artista fuera, mantendría la exaltación cromática y formal de su imaginario en cada pieza. Tal parece que su arsenal de imágenes no cesa de demandarle ideas, para recrearlas con fervor. Su temperamento y la profusión de imágenes que acuden a su mente, le impulsa a abordar, otra vez, su impronta variopinta en cada realización artística. Ejemplo de ello son los seis murales realizados en la Biblioteca Pública de Hialeah, donde el autor despliega la fantasía de su mundo mágico. Asume un estilo peculiar al abarcar un conjunto de símbolos en cada soporte, lo que ha contribuido a que el artista -quien comenzó su carrera artística haciendo composiciones a partir del dibujo lineal- se convierta en un seguidor del “horror vacui”, recurso visual que tiende a cubrir todo el espacio pictórico con su abigarrada visualidad.
Las coordenadas de su estilo se sintetizan en el fundamento de un imaginario que emerge de sus vivencias personales. En cada soporte utiliza un procedimiento que cubre toda la superficie a partir de la narración de una historia, eje central de sus procedimientos estructurales, que enriquecen el contenido narrativo de cada composición. Estos complementos estéticos constituyen los subtemas que componen cada escena, a partir de la proliferación del colorido y al abigarramiento compositivo.
Su narrativa establece un fuerte diálogo simbólico dentro de una dinámica constructiva, que está en función del cúmulo de ideas al conjugar su fértil imaginario, que no cesa hasta completar el sentido del mensaje que quiere transmitir en cada obra.
Su reflexión artística se nutre de sus esencias identitarias y de sus vivencias. Crea un imaginario sugerente con un lenguaje elegante y espontáneo marcado por los sentimientos que le provoca la conformación de una imagen. La fuerza expresiva de sus realizaciones contribuye a crear una atmósfera visual resuelta con un original y metafórico lenguaje expresivo.
Recrea la representación de la figura humana o animal, resuelta con su característico estilo refinado y sensual. Se percibe en su amplia temática desde la presencia de un brioso caballo, solo o en composiciones, el simpático búho y la lechuza, o el elegante pavo real, resueltos con elegancia y distinción. Sus creaciones se apoyan entre sí, en la conjunción de diferentes manifestaciones, a lo largo de su destacada carrera artística.
Su desempeño lo sitúa en el rango de un alquimista de sueños y esperanzas, evocadas en poéticas composiciones. En la concreción de su discurso, resuelto con el significado de los arquetipos de su quehacer, es expresado con una profusa narración, en la cual se aprecia cómo construye un distintivo universo alegórico inmerso en una atmósfera original y fascinante.
En su afán creativo se delata una fértil imaginación, acentuadas búsquedas formales y eficaz dominio estructural. En cada una de sus expresiones pictóricas, el autor se nutre de sus raíces y recuerdos, componentes esenciales que conforman los soportes emocionales de su universo estructural en el cual, cada elemento constitutivo, aúna su expresión estética al tiempo refleja su propia vida y su experiencia.
Al expresar las raíces de su historia personal, combina las memorias de su ciudad natal, lo que le permite crear esas abigarradas imágenes, plenas de colorido y esplendor, como resultado de sus indagaciones existenciales y de su poderosa imaginación, que a lo largo de su proceso creativo, ha marcado la visualidad de su desempeño estructural y formal, que se ha ido complejizando.
La estructura formal de su obra pictórica, caracterizada por una estrategia representacional apoyada en el amplio colorido que caracteriza su imaginario distintivo, se desborda en un discurso donde priman el movimiento del trazo y la aplicación del color en una obra que expresa su sentir, sus sentimientos y sus esperanzas.
Como un colorista sin par, su destreza se expresa en el derroche del dibujo, apoyado en la organización de los campos cromáticos de la composición. Cada obra se convierte en una puesta en escena donde abundan la fuerza expresiva, el dinamismo y la energía vital que conforma su acervo cultural en ascenso.
Su interés radica en ser un participante activo dentro de la comunidad artística del sur de la Florida, así como en el extranjero, y proporcionar el saber y el disfrute de las artes visuales. Para ello pretende educar y crear un diálogo constante con el público en torno al concepto de arte contemporáneo y su papel en la sociedad dentro del arte visual actual.
Villamil se plantea una historia central, la cual se complejiza, al conjugar diversos asuntos que enriquecen la organización espacial y la estructura formal de su colorida visualidad lírica. Estos elementos simbólicos le aportan distinción poética a su discurso estético, ya que la representación de cada elemento le impone la necesidad imperiosa de recrear otra imagen. Esta dinámica obedece a su regusto por ocupar todo el espacio del soporte mediante un febril afán creativo, que forma parte intrínseca de su lenguaje personal, al tiempo que le permite dar rienda suelta a su vital necesidad de expansión expresiva, que cautiva y provoca.