Mostrar un camino, captar la atención del caminante, definir un rumbo y marcar pistas, estos pueden ser algunos de los presupuestos que motivaron la concepción de …Se hace camino al andar, gran muestra que presenta la Colección del Consejo Nacional de las Artes Plásticas con las obras adquiridas entre los años 2014 y 2016.
Después de nueve años de creada esta colección, …Se hace camino al andar tiene su antecedente directo en Rodando se encuentran (2013) y viene a establecer un proceso de continuidad y al mismo tiempo ruptura con respecto a la anterior. Pues, la diversidad de técnicas, estilos, intereses estéticos y planteamientos teóricos la distinguen. Y es que, esta diversidad puede ser entendida como factor de riesgo, a la vez que se convierte en la principal virtud. Diversidad que se enuncia en las tendencias hacia el soporte, las edades de los artistas incluidos, sus necesidades expresivas, las maneras en que conciben sus discursos y dialogan con la tradición, rompen cánones y marcan otras tendencias.
El apego a la experimentación significa un enriquecimiento del panorama visual; la inclusión de obras producidas por artistas jóvenes confirma su validez, dialogando también con las poéticas de artistas que han obtenido el Premio Nacional de Artes Plásticas, mayor distinción que concede el CNAP a un creador cubano. Las obras referidas son: la instalación Entre las sombras y en la pared (2014) de José Manuel Fors; la pieza S/T con marcado acento al abstraccionismo de Pedro de Oráa, con la cual se cierra, al menos temporalmente, este tránsito; Caleidoscopio (1975) de Nelson Domínguez; Carlos Marx (2013) de Lázaro Saavedra y Abuelo contemplando una libélula (2006) de Pedro Pablo Oliva.
En el caso de la fotografía, un arte instaurado en Cuba por la presencia de indispensables maestros del lente, adquiere en la muestra un protagonismo esencial. Las instantáneas de José A. Figueroa aportan un norte estimable para las jóvenes generaciones, con las obras: Zippo #100, La Habana (2000); Vedado, La Habana (1992); Calle Carlos III, La Habana (1988); Homenaje, La Habana (1993) y Exilio, La Habana (1967); conjuntamente con Duniesky Martín, quien establece rejuegos entre lo retratado y la manipulación mediante el dibujo y la pintura, de esta manera concibe las obras: Raúl Corrales. El sueño, Caracas, Venezuela, circa 1959 y Ernesto Fernández. S/T, La Habana, 1957; ambas de la serie La Memoria del Extra (2013-2016) y de Daylene Rodríguez Moreno de la serie Miradas con: Tercera generación, Distancia, Tiempo al tiempo y Sonata de invierno, todas del 2010. De Meira Marrero y José A. Toirac: Milagros (2015) y Con permiso de la historia (1994) y de Nadal Antelmo, parte de su serie Cuestiones de Estado con las piezas: Conspiración (Árabe), Falsedad (Italiano), Opresión (Ruso), Ausencia (Hebreo), Memoria (Latín) y Peligro (Chino), todas realizadas entre los años 2008-2013 o las reveladoras imágenes de Ricardo Alberto González Elías con la serie Oro Seco 2005-2009, que detiene el lente en los centrales azucareros cerrados, sus piezas y maquinarias, el abandono de una tradición de la economía, la sociedad y la cultura cubana. Sobre la imagen del hombre negro se encuentran de la serie White Things tres piezas de René Peña.
Mostrar la ciudad, pero no su imagen más clara, sino lo que ocurre en la alta noche, puede ser el punto de partida para Alejandro González, quien se posiciona a captar lo que sucede en el Malecón Habanero mucho tiempo después del cañonazo de las nueve. Lo que capta su lente es parte de una noche donde el salitre libera a los presentes hasta situaciones, incluso, ridículas.
Entre los artistas jóvenes incluidos en la muestra se reconocen valores de una renovación en la manera de asumir el arte visual. Herederos de una larga tradición, ellos han instaurado nuevos discursos o al menos, otras formas de presentarlos. Como es el caso de Mabel Poblet con Trillizas (2013) de la serie Desapariencia, Michel Pérez (Pollo) con La larga cola del dragón (2008); de Adrián Fernández, la serie Del ser o el Parecer, los números 36, 37, 43 y 46, generada entre el 2009 y el 2014; Logo quiz (2014) de Lisandra Ramírez;
Generación intermedia: Eduardo M. Abela Torrás con Sunday al Tate Galery y Buscando el meollo, ambas del 2014; el Retrato de Andy Warhol (2012) de Ileana Sánchez; el Chupete (2008) de Abel Barreto; Ruslán Torres quien propone un repaso por tres de las obras de Estudio del comportamiento (2012); o Harold López sus Mitades 1 y 2 (2013); de Carlos Rene Aguilera, La Montaña (2015); Dos Islas (2014-2016) de Carlos Alberto García; los Mapas (2000-2015) de Ibrahim Miranda; Amantes (2005) de Juan Vicente Rodríguez Bonachea; de Luis Ramón Lara: Chinas pelonas (1995), Caída de un imperio (2012) y Reflejo, Obcecación, Palabras necias, Conciencia todas de 1998; también esta presente una obra que distingue la creación de Rubén Rodríguez o la de Gustavo César Echevarría Estrada del año 2014; mientras de Niels Reyes: El rústico (2016) y una pieza que caracteriza la obra de Luis Enrique Camejo de la serie La Habana Elegante (2016).
Complementan estos discursos, las piezas de Octavio Irving, que integran la serie Persistencia de las formas (2007); de Duniesky Martín: Sentados la lucha se hace más fácil y El primer impulso de un héroe, ambas fechadas entre 2007-2008 y agrupadas en la serie The Ultimate; el reflejo de las constelaciones que propone Janler Méndez en su serie sobre el tema; la Crisálida (2008) de Adonis Flores; de la serie Registros Temporales: Objeto-Prensa (2007) de Douglas Argüelles; de Kadir López, Sinclair-Carlos III (2009) o La generación del Titanic (2013) de Joel Jover. De igual forma, Arturo Montoto participa con Safo, caprichosamente rechaza al hermoso Pepino (2009) obra que perteneció a la muestra El jardín de Epicuro.
El interés por figuras de nuestra historia es la premisa para la obra Rincón martiano (otras quince repeticiones) del 2008, donde Eduardo Rubén García sugiere un tema que después fue abordado en el documental Héroe de culto (Ernesto Sánchez, 2015) y se relaciona también con la obra de Figueroa, incluida en esta muestra.
Reposición II (2014) es la propuesta de Frank Martínez que compone: …se hace camino al andar, junto a Julio Neira con varias obras: El sueño de jugar en las grandes ligas (2015), un potente discurso de la insularidad con la pieza La maldita circunstancia del agua por todas partes (2001), Jugadores de sumo (2013) y Ensayo para una comparsa clásica (1999).
Las grandes letras rojas que componen Historia (2013) con los libros: Héroes de Cuba, de la Serie Episodios Nacionales Contemporáneos; Julio Antonio Mella y el movimiento obrero y La victoria estratégica de Fidel en la instalación de Antonio Espinosa Fruto. Al lado de esta, Reliquias de familia (2011).
De esta rápida mención, podemos resumir que, a simple vista, nos estamos enfrentando a obras evaluadas en Cuba y a nivel internacional, a poéticas visuales que el caminante atento descubre con solo un repaso general, a jóvenes que han iniciado un camino (otro) hacia la renovación, la experimentación en los soportes y que constituyen la continuidad en el largo camino recorrido hasta aquí, y por supuesto, en el que vendrá.
Reconozco como uno de los valores agregados el trabajo curatorial, pues se corría el riesgo de que la diversidad de autores –un total de 43–, estéticas, ideas… pudieran complejizar el empeño, sin embargo, Vilmeidy Bombale Laborde y María Carla Olivera Estupiñán, lograron articular coherencia, hasta conformar un mapa del arte cubano, donde la diversidad de timbres no rompe con la armonía y la melodía del conjunto.
Valoro como un acierto, la decisión de ir mostrando el crecimiento de esta colección, porque no basta con la gestión del CNAP en función de la preservación del patrimonio visual de la Isla, sino que toda intención de este tipo debe venir acompañada de la promoción y, por consiguiente, del estudio, análisis y crítica de los derroteros actuales del arte.