(…) Llevo años viajando a este seductor país y he intentado sumergirme en los más recónditos e insólitos lugares, donde se atisbase un manantial de creatividad. (…) Gabriel Sánchez Toledo (Cabaiguán, Cuba, 1979), licenciado en Bellas Artes por la Escuela de Arte Samuel Feijóo (Villa Clara), es uno de esos casos que he seguido durante un tiempo, y su trabajo ha ido evolucionando poco a poco hasta encontrar su espacio. En un mundo global, donde todo se parece demasiado a todo, conseguir tu propia seña de identidad es algo fundamental. Normalmente los artistas intentan buscarla fuera, pero el viaje de Gabriel hacia su interior le ha dado un resultado sorprendente, sencillamente íntimo y personal.
En breve espacio de tiempo he podido visitar dos de sus exposiciones personales, tan yuxtapuestas en lo formal y procesual como en la distancia que las separa. La primera en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, CDAV, en La Habana Vieja hasta el día 28 de mayo; la segunda en QUAN, Centro de Arte Internacional de Song Zhuang, Beijing, hasta el 15 de junio de 2017.
Cuando me enfrenté al trabajo que Gabriel presentaba en el CDAV me asaltaron de repente todos esos manidos adjetivos que los críticos de arte solemos poner cuando alguien nos deja con el pie cambiado. Me niego a enumerarlos… bueno, unos pocos no hacen mal a nadie: me pareció una apuesta valiente, arriesgada, rupturista e incluso me atrevería a decir descarada. Tanto en la presentación –cinco docenas de cartulinas inundaban el espacio y se adueñaban de la museología; sí, obra sobre papel, ese género considerado menor pero que han dignificado todos los grandes artistas– como en la conceptualización del trabajo presentado. No se trata de trabajo preparatorio, ni boceto, sino una apuesta firme por una realidad pictórica asumida desde lo íntimo para luego exportarlo a la visualización conjunta como un todo. El “yo” se convierte en “tú” o, mejor dicho, en un “nosotros”, formando un todo segmentado pero no compartimentado.
La propuesta de Song Zhuang, titulada Dust and Fog (Polvo y niebla), es como mirar al otro lado del espejo, el reflejo se amplifica y se vuelve pluscuamperfecto, permaneciendo la esencia narrativa. Grandes piezas en lienzos de hasta de 6 x 6 metros que muestran la misma fuerza y la misma verdad reflejada en las cartulinas, el mismo camino.
Yo iba con la mente puesta en el pasado, un trabajo pictórico cercano al paisaje abstracto. El paisaje forma parte de su ADN: desde muy pequeño observó durante horas a su madre, la prestigiosa paisajista Ania Toledo. Su formación academicista está fundamentada en la prestigiosa escuela pictórica cubana, teniendo como referentes a una generación con poéticas tan contundentes como las de Tomás Sánchez, Zaida del Río, Roberto Fabelo, Nelson Domínguez, Pedro Pablo Oliva. Al entrar en el CDAV recibí una imagen sorprendente, el espacio se había llenado de cartulinas negras de una fuerza y destreza solo al alcance de los grandes, y la abstracción figurativa casi expresionista persistente los últimos trabajos de GST había desaparecido por completo.
La abstracción había logrado imponerse. Había huido de la moda y de las diferentes tendencias que se han establecido en torno a la abstracción figurativa. Había ido más allá en su meticulosidad y perfeccionismo: del sometimiento absoluto a técnicas que dominaba al salto al vacío que supone abrazar la abstracción. Ha logrado incorporar a sus abstracciones una singular vida y, con ello, diferentes discursos que responden ante los amplios parámetros que su tesoro vivencial atesora y que en estas dos exposiciones nos concreta y regala conservando toda la esencia del cromatismo GST.
Estoy en disposición de asegurar, sin temor a equivocarme, que Gabriel Sánchez Toledo es uno de esos artistas que aprendieron a mirar sin ser vistos, a explorarse sin complejos, para después ser capaz de trasmitirnos esa verdad que nos brinda en cada una de sus obras.